sábado, 28 de mayo de 2016

La Batalla de Teutoburgo.


Tras la ocupación por las legiones de Augusto de la Germania hasta el Elba, se creó una nueva provincia romana, que debía facilitar la defensa de Imperio, al adelantar la frontera hasta el río Elba. Todo parecía tranquilo, pero en el año 9 d. de C. Arminio, de los queruscos, oficial de las tropas auxiliares de Roma y ciudadano romano, organizó un levantamiento de una alianza de tribus germánicas contra el gobierno romano. Arminio engañó al gobernador romano Varo, que confiaba en su lealtad, y condujo a tres legiones romanas a una emboscada en los bosques y pantanos, donde, tras tres días de combates, fueron completamente destruidas. Tras este desastre, Augusto ordenó abandonar la Germania y establecer la frontera romana en el Rin.

sábado, 22 de agosto de 2015

JORDANES: HISTORIA DE LOS GODOS - CAPITULO XIV.


HISTORIA DE LOS GODOS
CAPITULO XIV

Genealogía de los amalas. - División de los godos en, visigodos y ostrogodos.


El primero de todos, según los mismos godos mencionan en sus poesías, fué Gapt, que engendró á Halmal; Halmal engendró á Augis; Augis engendró al que lleva el nombre de Amala, que es el tronco de los amalas; Amala engendró á Isarna; Isarna engendró á Ostrogota; Ostrogota engendró á Unilt; Unilt engendró á Athal; Athal engendró á Achiulfo; Achiulfo engendró á Asila y Ediulfo, Vuldulfo y Hérmerico; Vuldulfo engendró á Valeravano; Vaieravano engendró á Winitharo; Winitharo engendró á Teodomiro, Walemiro y Widemiro; Teodomiro engendró á Teodorico; Teodorico engendró á Amalasuenta; Amalasuenta engendró á Atalarico y Mathasuenta, que tuvo de su esposo Uterico y de la misma sangre que ella; porque Hérmerico, hijo de Achiulfo, de quien antes he hablado, engendró á Humiundo; Humiundo engendró á Torisrnundo; Torismundo engendró á Berimundo; Berimundo engendró á Widerico; Widerico engendró á Ertarico, y éste, siendo esposo de Amalasuenta, engendró á Átalarico y á Matasuenta. Habiendo muerto joven, Matasuenta casó con Witichis y no tuvo hijos. Belisario les llevó á los dos á Constantinopla; y habiendo muerto allí Witichis, el patricio Germano, hijo de un hermano de nuestro señor el emperador Justiniano, tomó por esposa á esta misma Matasuenta, elevándola al rango de patricia ordinaria; de ella tuvo un hijo que se llamó Germano, como su padre. Muerto Germano, su viuda resolvió no volver á casarse. En el lugar propio daremos á conocer (si tal es la voluntad del Señor) cómo tuvo fin el reinado de los amalas: ahora, volvamos á nuestro asunto, del que nos hemos separado, y hablemos del tiempo en que la nación de que se trata puso al fin término á sus correrías. El historiador Ablavio refiere que, mientras los godos, como ya hemos dicho, habitaban en la Scitia y en la ribera del Ponto Euxino, aquellos de los suyos que moraban en la parte Oriental y que tenían por jefe á Ostrogota, fueron llamados ostrogodos (ignórase si por el nombre del jefe ó por su posición oriental); y que los otros, los establecidos al Occidente, recibieron el nombre de visigodos. Ya hemos dicho que después de atravesar el Danubio habitaron por algún tiempo en la Mesia y en la Thracia.

sábado, 15 de agosto de 2015

domingo, 19 de julio de 2015

JORDANES: HISTORIA DE LOS GODOS - CAPÍTULO XIII.


HISTORIA DE LOS GODOS
CAPÍTULO XIII

Dorpaneo, rey de los godos.—Sus victorias contra los romanos durante el reinado de Domiciano.— Anses.

Mucho tiempo después, bajo el reinado del emperador Domiciano, desconfiando los godos de su avaricia, rompieron la alianza que habían ajustado antiguamente con otros emperadores, pusieron en fuga á los soldados y generales romanos y devastaron la ribera del Danubio, de la que estaba el Imperio en posesión desde mucho tiempo. Había sucedido á Agripa Pompeyo Sabino en el gobierno de aquella provincia; los godos, por su parte, tenían por rey á Dorpaneo: llegóse á las manos; los godos derrotaron á los romanos, cortáronla cabeza á Pompeyo Sabino, y apoderándose de considerable número de fortalezas y ciudades pertenecientes ál Emperador, las saquearon. En la extremidad á que se hallaban reducidos sus subditos, Domiciano se apresuró á pasar á la Iliria (1) con todas sus fuerzas, y dio orden a Fusco, á quien confió el mando de casi todas las fuerzas militares del Imperio, para que cruzase el Danubio por un puente de barcas con soldados escogidos y que marchase contra el ejército de Dorpaneo; pero los godos no se dejaron sorprender. Empuñaron las armas, y desde el primer encuentro deshicieron á los romanos, mataron á su general Fusco y saquearon su campamento después de asaltarlo. Con ocasión de esta gran victoria dieron los godos el nombre de anses, es decir, semidioses, á sus jefes, porque les parecían excesivamente favorecidos por la fortuna para no ser más que mortales. Ahora voy á exponer brevemente su genealogía: escuchadme, pues, vosotros que imparcialmente me leéis, y os diré con exactitud de qué padre desciende cada uno de ellos, quién fué el tronco de su raza y quién el último vástago.

(1) Domiciano no fué personalmente contra los dacios, sino que envió á sus generales, lo que no le impidió decretarse doble triunfo, que fué una irrisión según Tácito. (Agrícola XXXIX.)

sábado, 18 de julio de 2015

El legado de Alarico.


Alarico I (gót. Allareiks, ‘rey de todos’; Peuce, 370-Cosenza, 410), fue rey de los visigodos entre 395 y 410, perteneciente a la dinastía baltinga, hijo (o nieto paterno) del caudillo visigodo Rocesthes.


"Desde que tomé Roma en mis manos, nadie ha vuelto a menospreciar el poder de los godos. Lo que impulsó el afán de conquistas y el deseo de aventuras dio grandeza a un pueblo necesitado de patria".
                                                                                                  Alarico I, Rey de los Visigodos

La fecha de su nacimiento se discute, dando los estudiosos como fechas probables el 370 y el 375.

Su infancia transcurrió en el interior del Imperio romano, pues su pueblo había conseguido un pacto con el emperador Teodosio I y estaban asentados como foederati en Mesia desde el año 382 (tras los acontecimientos que llevaron a la insurrección de los godos y la derrota y muerte del emperador de Oriente, Valente, en la Batalla de Adrianópolis en 378).2

Acaudilló un ejército visigodo aliado de los romanos (387–395), y se proclamó rey (395–410) coincidiendo con la muerte de Teodosio I y sin que sus herederos (Arcadio y Honorio) ciertamente se enteraran. Según las crónicas de San Isidoro, «Los godos, rehusando el patrocinio de foedus romano, constituyen en asamblea a Alarico en rey suyo, juzgando que era indigno ser súbdito del poder de Roma, de cuyas leyes y compañía se habrían separado vencedores en la batalla». El rey Alarico fue crucial en el proceso de descomposición del Imperio romano de Occidente.

En el año 396 condujo las hordas visigodas a través de Macedonia, Tracia, Fócida y Beocia, atacando y arrasando las ciudades griegas de Corinto, Esparta, Argos y Megara, amenazando al gobierno de Constantinopla, pero, atacado por Estilicón, se vio forzado a replegarse. Estilicón tenía problemas con Arcadio y con la creciente influencia de su favorito Rufino, que acabaría asesinado. El joven emperador Arcadio encontraría una solución pactando con los visigodos, y consigue asentar a Alarico y sus gentes en Iliria, zona que pertenecía por entonces al imperio oriental, pero que se disputaba con la parte occidental por su proximidad a Italia. Esto pasó el problema visigodo de la zona oriental del imperio a la occidental, al alejar al peligroso Alarico de Constantinopla, y enervó a Estilicón que acabó por desentenderse de cualquier problema oriental o de Arcadio. En el año 400, envalentonado y descontento con sus nuevas tierras, quizás ansioso de poder, Alarico marchó sobre Italia para ser detenido por Estilicón, quien lo derrotó en Verona y el 6 de abril de 402 en la definitiva batalla de Pollentia forzándolo a retirarse de Italia.

Es probable que Alarico y Estilicón tratasen una tregua o alianza para hacer frente a los problemas que estaban destruyendo la parte occidental del Imperio (vándalos y godos en el norte de Italia, insurrección de las tropas de Britania y pronunciamientos de militares que se proclamaban césares, y, además, suevos, vándalos y alanos cruzando el Rin en 406). Lo cierto es que Estilicón cayó finalmente en desgracia, y el emperador Honorio acabará por mandar su ejecución en 408. Los visigodos de Alarico, aprovechando la débil situación del Imperio de Occidente, fuerzan al emperador Honorio a refugiarse en la inexpugnable ciudad de Rávena y marchan de nuevo sobre Italia, llegando incluso a saquear la ciudad de Roma en agosto del año 410 (tras tres asedios e intentos frustrados de llegar a un acuerdo con Honorio). Alarico reclamó al emperador Honorio ser nombrado general de los ejércitos del Imperio (magister militum), pretensión que no vería jamás cumplida. Sin embargo, de Roma se llevó como botín a la hermanastra del emperador, a la princesa Gala Placidia.

Aquel primer saqueo de la Roma clásica conmocionó al mundo civilizado de aquel tiempo, como se desprende, por ejemplo, de la obra de San Agustín, obispo de la ciudad de Hipona. Alarico empezó a soñar con el norte de África, por lo que partió hacia la Reggiana con la intención de embarcar hacía el «granero de Roma». Quizás una gran tormenta se lo impidió, lo cierto es que los visigodos eran un pueblo aguerrido y endurecido, pero no destacaban precisamente por sus conocimientos náuticos, así que el paso a África no dependía de ellos. Además, la Fortuna no le sonrió, y Alarico encontrará la muerte prematuramente en Cosenza a la edad de 35 años. Para su enterramiento desviaron el curso del río Busento a su paso por Cosenza y enterraron a Alarico y su tesoro en el lecho del río, devolviendo luego el río a su curso normal y matando a los esclavos que realizaron la obra.5

Alarico fue suegro del futuro rey visigodo Teodorico I y padre de una hija que casó con Brond, rey de los anglosajones. Estos últimos fueron padres de Friwin de Morinie, bisabuelo de Cerdic de Wessex, fundador de la Casa Real de Wessex en Inglaterra.

Aunque se habla de él como el primero de los reyes visigodos, fue más bien un caudillo militar y nunca llegó a pisar la península Ibérica. La línea de reyes godos empieza propiamente con su sucesor, primo y cuñado, Ataúlfo, que, casado con Gala Placidia en 414, encontró la muerte en la ciudad de Barcino en 415. Sin embargo, lo cierto es que aunque el Reino visigodo de Tolosa como estado federado de Roma (418–476) estaba asentado en la Aquitania secunda, por lo que su política e intervenciones militares quedaban lejos de Hispania, las intervenciones de Teodorico I (418–453) en Hispania van a ser numerosas, ya sea como pueblo federado de Roma o por iniciativa propia. A pesar de todo, sólo tras la derrota visigoda en la batalla de Vouillé y el periodo llamado interregnum visigodo (507–549), tendrá lugar el nacimiento del Reino visigodo de Toledo.

FUENTE: WIKIPEDIA.

miércoles, 15 de julio de 2015

Las tribus germánicas.


Sarcofago detto “Grande Ludovisi”, con scena di battaglia tra soldati Romani e Germani. Il personaggio principale al centro è probabilmente Ostiliano, figlio del imperatore Decio (morto nel 251 d.C.). Marmo proconnesio, opera romana, 251/252 d.C. ca. Ubicación actual: Museo Nacional Romano.

DOCUMENTAL HISTORY CHANELL: "LAS TRIBUS GERMÁNICAS" - 4 EPISODIOS.






martes, 14 de julio de 2015

Asturias: Último refugio de los Visigodos.

Cruz hispano - visigoda.

La Cordillera Cantábrica fue poco colonizada por los diversos pueblos que, en la antigüedad, la habían, teóricamente, conquistado. Romanos, visigodos y árabes pasaron por ella, en diversos momentos entre el siglo I a.C. y el siglo VIII d.C., pero, por diversos motivos, no se molestaron en ejercer una dominación efectiva del territorio.


Cantabria y Asturias, territorio indómito

Demasiado montañosas, demasiado lejanas, poco prometedoras, bárbaras, pudieron ser muchos de los epítetos con que calificaran a esas tierras húmedas, de riscos escarpados y valles angostos, que, además, estaban poco pobladas y no parecían representar un espacio de interés económico o político.

Los romanos se limitaron a extender unas pocas calzadas, de carácter bastante secundario, entre León, Galicia, Asturias y Cantabria, y sólo construyeron algunas ciudades en las dos primeras; así, la romanización propiamente dicha fue sumamente superficial. Y los visigodos, con su poder asentado principalmente en Toledo, y desunidos por luchas intestinas y problemas sucesorios, tampoco prestaron demasiada atención a aquel lugar poco civilizado.

Lo mismo puede decirse de los árabes, que, si bien al principio de la expansión islámica pretendieron ejercer un verdadero control sobre el Norte peninsular, pronto se sentirían incómodos en aquellas tierras lluviosas, frías y que en nada se parecían a los románticos desiertos de donde procedían, ni a los vergeles andaluces. Así, también ellos acabaron olvidándose de la Cordillera Cantábrica, limitándose, como mucho, a contentarse con cobrar ciertos tributos a las poblaciones autóctonas, y a mantener pequeñas guarniciones sin importancia, meramente símbolos de su hipotético dominio. Un reducido grupo de colonos bereberes se asentaron en torno al año 714 en Galicia, pero al parecer, abandonaron el lugar más pronto que tarde, pues más allá del 750 no hay constancia de su presencia.

Esa escasa aculturación del territorio montañoso cantábrico explica por qué, aun hoy en día, siguen perviviendo allí tantas tradiciones de época prerromana o célticas, y por qué, al mismo tiempo, desde el 711, año de la conquista islámica de la Península y del ocaso del reino visigodo, se convirtió en un destino privilegiado para la llegada masiva de visigodos desde el Sur y el Este, que, reacios a la islamización, buscaban refugio y seguridad.

Aquellas tierras no estaban vacías. Poco pobladas sí, ciertamente, pero vacías no. Allá sobrevivían, en pequeñas comunidades aldeanas independientes, pequeños grupos humanos (astures, cántabros) muy apegados a su antiquísima cultura, organizados en familias o clanes tribales, en donde todavía jugaba un rol social muy importante la mujer -lo que extrañaría profundamente a los patriarcales romanos, visigodos y árabes-, a través de sistemas de sucesión matrilineales (aunque indirectos, de suegro a yerno).

Esta sociedad tan peculiar para la época, con hondas raíces celtas y considerada primitiva, demuestra cuán poco profunda fue la romanización, cristianización y arabización del solar cantábrico en general. También, su aislamiento geográfico y sus condiciones ambientales explican por qué era la única posible vía de escape -junto con los Pirineos- para la mayoría de los visigodos contrarios a un dominio religioso no cristiano (Islam).


La victoria de Pelayo

Los visigodos llegados a Asturias -de donde, según la tradición cristiana (escrita tardíamente, en el 911), empezó la Reconquista en el 718, a partir de Covadonga, en Cangas de Onís, con la hazaña del famoso héroe Don Pelayo- se encontraron con una sociedad relativamente "bárbara", para los cánones de civilización de entonces. Bárbara, arcaica, pero que al menos contaba con ciertos puntos en común, muy importantes: una misma religión -mezclada confusamente con las citadas tradiciones célticas supervivientes, pero al fin y al cabo, cristiana-; cierta adhesión a la cultura visigótica; rechazo al Islam, alto sentido de la autonomía,...

Todo eso unido convertiría a la Cordillera Cantábrica en un caldo de cultivo ideal para el surgimiento de un nuevo estado independiente, que asegurara la continuación de algún modo del derrocado reino visigodo -aunque metamorfoseado, dadas las circunstancias, en otra cosa- y del Cristianismo en la Península Ibérica. Así, nació el Reino Astur.

La fecha teórica de fundación fue el citado año 718, cuando, según las fuentes cristianas del siglo X, el conde visigodo Pelayo, junto con sus huestes, logró en la agreste y montañosa Covadonga, con "la ayuda de Dios", la sonora hazaña de expulsar a un gigantesco ejército musulmán, evitando así la conquista total del territorio. Ensalzada con aires de leyenda, la tradición hizo coincidir aquel año con el arranque de la Reconquista.

La realidad era, al parecer, menos grandiosa de lo que quisieron pintar los autores cristianos, sin juzgar por ahora el grado de heroicidad que pudieron tener los contendientes: el supuesto "gran ejército" musulmán era en realidad un pequeño grupo de recaudadores de impuestos del emirato Omeya, seguramente acompañados de unos pocos soldados como guardia personal, pero en ningún modo una tropa bien organizada; y las fuerzas de Pelayo, aún más reducidas en número probablemente, eran apenas unos cuantos pastores astures y cántabros, aguerridos pero mal armados, y quizás algunos visigodos leales, refugiados como él.


Fundación del Reino Astur (718)

Siendo justos, hay que reconocer un verdadero triunfo cristiano en aquella escaramuza, pues los moros fueron rechazados efectivamente por aquellas fechas, y obligados a abandonar Cangas de Onís en manos de aquellos tozudos cristianos. Pero no podemos hablar de ninguna gran batalla, ni nada por el estilo. Como se ve, la propaganda política "interesada" ya existía en la Edad Media.

Sea como sea, nace así el Reino Astur, último baluarte de la resistencia cristiana frente a Al-Ándalus, y centro desde donde, a lo largo de varios siglos, los cristianos empezarán a expandirse, lentamente, hacia el Sur, conquistando o reconquistando, tímidamente, el Valle del Duero, buscando asegurar una frontera definida y real -no obstante, en constante vaivén hasta el siglo XI, por el acoso musulmán-.

Casi dos siglos después, durante el reinado de García I (910-914) y de Ordoño II (914-924), se produjo el traspaso de la capitalidad, desde Oviedo, segunda capital de Asturias después de Cangas de Onís, a León, lo que significó la fundación (914) de una nuevo estado, el llamado Reino Astur-Leonés.

Juan Antonio Cantos Bautista

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