jueves, 18 de junio de 2015

JORDANES: HISTORIA DE LOS GODOS - CAPÍTULO XI.


HISTORIA DE LOS GODOS
CAPÍTULO X I

Llega Boroista Diceneos á las tierras de los godos.—Les enseña la filosofía y adquiere gran prestigio entre ellos.—Le sucede Comosico.

Más adelante y en el tiempo en que Sila se apoderó de la dictadura en Roma, vino á Gocia Boroista Diceneo. Tenían á la sazón por rey los godos á Sitaclo, que se aficionó mucho á Boroista Diceneo, invistiéndole de autoridad casi soberana. Por consejo suyo talaron los godos las tierras de los germanos, que actualmente ocupan los francos. César, que fué el primero que se arrogó el poder supremo en Roma; César, que sometió á su autoridad casi el mundo entero, y subyugó no solamente los reinos, sino también las islas que el Océano separa de nuestro continente; César, que hizo tributarios de Roma á aquellos mismos que Jamás habían oído pronunciar su nombre; César, repito, intentó muchas veces dominar á Ios godos, pero sin conseguirlo. Reina Tiberio, y es el tercer emperador que cuentan, los romanos, y los godos conservan, sin embargo, su independencia. Estos aspiran entonces á la única cosa útil é importante á sus ojos: seguirlos consejos de Diceneo y cumplir puntualmente sus preceptos. Viendo éste su docilidad para obedecerle, y encontrando en ellos natural inteligencia, les enseñó casi todas las ramas de la filosofía, porque era hábil maestro en esta ciencia. Enseñóles moral para desterrar sus bárbaras costumbres; física para hacerles vivir, en conformidad con la Naturaleza, bajo las leyes que les dió, leyes cuyo texto escrito conservan todavía los godos, al que llaman Bellagines. Enseñóles lógica, haciendo por este medio superior su razón á la de los otros pueblos. En fin, mostróles la práctica, exhortándoles á no hacer de sus vidas otra cosa que serie continua de buenas acciones. En seguida les dio á conocer la teoría, y, descubriéndoles todos los secretos de la astronomía, les explicó los doce signos del Zodíaco, la marcha de los planetas á través de estos signos, cómo el disco de la Luna aumenta y disminuye, y les hizo ver cuánto mayor es que la Tierra el abrasado globo del Sol. En fin, les hizo saber los hombres de trescientas cuarenta y cuatro estrellas, y por qué signos pasan para acercarse ó separarse del polo celeste en su rápido curso de Oriente á Occidente. Y yo os pregunto: ¿Cuánta debió ser la constancia de aquellos animosos hombres para sacrificar de esta manera al estudio de la filosofía los pocos días que pasaban sin combatir? Habríais visto al uno contemplando el estado del cielo; al otro estudiando las diferentes influencias de la Luna; á éste, sea un eclipse de Sol, sea la ley que lleva á este astro al Oriente, cuando arrastrado por la evolución del cielo precipita su carrera hacia Occidente. Habiendo enseñado Diceneo estas cosas y otras muchas á los godos, consideráronle éstos como ser sobrenatural, por lo que gobernó no solamente los pueblos, sino también a los reyes. Eligió entre ellos á los varones más nobles y sabios, les instruyó en las cosas de la religión, les inició en el culto de algunas divinidades y de sus altares, é instituyó sacerdotes, á los que llamó Pileati, creo que en atención á que celebraban los sacrificios con la cabeza cubierta con una tiara, á la que damos el nombre de pileus. Dispuso que se diese el nombre de capillati al resto de la nación; y de tal manera honran este nombre los godos, que hoy mismo lo mencionan en sus cánticos. Después de la muerte de Diceneo, profesaron casi igual veneración á Comosico, cuya sabiduría igualaba á la del anterior. Éste, á causa de sus vastos conocimientos, fue á la vez rey y pontíñce de los godos, y juzgaba á los pueblos en su justicia.

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