martes, 19 de mayo de 2015

Capiteles visigodos en Trujillanos, Badajoz.


PARROQUIA DE LA SANTISIMA TRINIDAD
TRUJILLANOS, BADAJOZ, ESPAÑA


La gran mayoría de las localidades de Extremadura (España) surgieron una vez finalizada la Reconquista (católica) de la región, como parte de una política de repoblación (cristiana) de una región baja en densidad de habitantes. 

Entre ellas, la localidad de Trujillanos se fundó en 1327 desde la Carta Puebla que el Maestre de la Orden de Santiago Vasco Rodríguez de Cornago otorgara a Mérida para la repoblación del entorno de la Parroquia con gentes venidas de Trujillo que dieron nombre a la población. 

El pequeño municipio se extendió a lo largo del Camino Real a Madrid, que atraviesa la localidad en su totalidad, siguiendo hoy en día conectada con la actual vía de comunicación que une Mérida con la capital del Estado, (existen accesos señalados desde la autovía nacional A-5).

En medio del antiguo trayecto que dio vida al pueblo se edificó en el siglo XV la iglesia parroquial, consagrada a la Santísima Trinidad y en la que destaca su torre fachada coronada por múltiples nidos de cigüeñas. Pero si hay algo curioso en la obra serían los capiteles de las jambas de la portada del muro de la epístola, o impostas del arco que da forma a dicha puerta: dos piezas visigodas talladas y labradas en granito. 

De similares dimensiones (no idénticas), las piezas visigodas presentan una decoración sobria y tosca, con ciertas bolas labradas en el sillar ubicado al lado izquierdo, y motivo lineal en el derecho. 


Se desconoce el origen de los sillares. Por su decoración discreta y ruda se conjetura que pudieron proceder de algún sencillo edificio visigodo construido en esta zona rural cercana a Emérita Augusta, ciudad que supo mantener su importancia urbanística con la llegada de los visigodos a Hispania. Varias ermitas y basílicas rurales se levantaron en la comarca, con menor calidad constructiva que aquéllas que aparecían en la urbe, pero sirviendo religiosamente a los pobladores de los alrededores de la gran ciudad. 

Acaso como vestigios de algún yacimiento cercano o quizá encontradas a la hora de la fundación del pueblo, aparecieron estos dos recuerdos de otro tiempo que aquellos vecinos rescataron y atesoraron en el nuevo templo.

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